Tras el Apagón
Hay días en los que la realidad golpea de frente, sin avisar, y convierte los espacios que habitamos en escenarios cargados de incertidumbre. El colegio, ese lugar que se construye cada día como refugio, como espacio de desarrollo, de aprendizaje, de afectos, de rutinas, de certezas… se convierte de pronto en epicentro de un caos que nadie controla del todo. La perspectiva desde dentro, desde el aula, desde el patio, desde los pasillos, deja ver una fragilidad que no siempre nos atrevemos a mirar de frente. Los niños más pequeños, esos que apenas empiezan a entender el mundo, se deshacen entre el miedo, las preguntas sin respuesta y una tensión que no comprenden pero que sienten en el cuerpo. Y los mayores, los adolescentes, que ya han descubierto que el mundo no es un lugar del todo justo, encuentran una oportunidad para expresar su rebeldía. Una rebeldía que, en lugar de ser guiada, orientada, comprendida, a menudo se siente como un problema, como una molestia, o como un desafío...