ADIÓS HERMANO
Adiós, Javi. Hoy te has ido de este mundo sin ese último abrazo, sin ese último beso. Y aunque tu muerte me desgarra el alma, la verdad es que empecé a perderte hace años… cuando decidiste entregarte por completo a la Iglesia, cuando elegiste consagrar tu vida a servir a los demás. A esos otros que hoy vienen con lágrimas en los ojos, dándome el pésame, contándome lo mucho que hiciste por ellos… cosas que en algún momento también pedi que hicieras por mí. Pero no estabas. Estabas donde tú sentías que debías estar: con ellos, guiándolos, amándolos, cuidándolos. Ayer vi a los niños despedirse de ti. Vi cómo te miraban, cómo lloraban tu ausencia… y me dolió reconocer que muchos de ellos disfrutaron de tu presencia más que tus propias sobrinas. No te juzgo. Cada uno elige su camino, y los nuestros cada vez estaban más separados. Yo también te vi feliz. Te vi reír, brillar. Pero también extrañe a ese hermano que estando parecía no estar, con el que solía compartir risas un sábado ...